Una muestra organizada del relato vivo del Patrimonio Cultural

Así como en el mundo del arte los grandes museos exhiben obras de reconocidos artistas, Museo Vivo visibiliza, valora y promueve el fruto del genio campesino, sus obras de creación, sus Productos Patrimoniales: obras únicas, capaces de conmover y mejorar la calidad de vida de sus cultores.

Esta intervención busca formar una audiencia capas de reconocer, a través de los propios protagonistas, los cultores, el tejido histórico y social, los procesos productivos y las características intrínsecas que hay detrás de cada producto típico local.

PABELLÓN PATRIMONIAL

Una versión en pequeña escala es el Pabellón Patrimonial. Se presenta y organiza como una intervención campesina que aprovecha el espacio público para visibilizar y poner en valor el patrimonio cultural, donde sus protagonistas, los guardianes del paisaje cultural, luchan por la defensa, la difusión y la salvaguarda de sus tradiciones, particularmente, de sus obras de creación: los productos típicos.

RANCAGUA / 21 y 22 de octubre de 2017

Plaza de los Héroes


Curatoría para la salvaguarda de nuestro patrimonio


El evento se realizó en el corazón de la comuna de Rancagua, específicamente, en la Plaza de Los Héroes, alrededor del monumento alzado en honor al Libertador Bernardo O´Higgins, y continuó algunos metros por calle Estado.

Museo Vivo, paisaje humano.

Una carpa blanca cobijó a cerca de medio centenar de cultores de los productos típicos regionales, en un evento donde el origen se irguió como símbolo de valor. Así brillaron los tejidos a telar, la talabartería, la alfarería de Marchigüe, la cerámica de Pañul, las trenzas de trigo ligún de Cutemu, los mimbres de Chimbarongo, la quinoa de Paredones, la sal de costa de Pichilemu y Paredones, el chacolí de Doñihue, entre otros. A eso del medio día los caballos galoparon y relincharon por Avenida España, Alameda y Cuevas. Siete carruajes escoltados por carabineros salieron desde la Medialuna de Rancagua en dirección a la Plaza de Los Héroes. Eran los coches de la familia Arredondo, con Raúl Arredondo Aravena, el último cochero de Rengo, dirigiendo el sequito de victorias y coches de paseo. A las 12:00 horas llegaron al punto de encuentro. Una vez instalados, los carros fueron ocupados por los cultores de mayor trayectoria. A través de un circuito alrededor de la plaza se rindió tributo y honorable homenaje a los mejores exponentes de nuestras tradiciones.

Los aplausos de la audiencia fueron ensordecedores. Entre vítores y reconocimientos pasearon en los coches las chamanteras de Doñihue, presididas por Filomena Cantillana; Jorge Pavez en representación de los salineros de Cáhuil, Boyeruca y Lo Valdivia; el último alfarero de Tagua Tagua, Juan Barrera; las trenzadoras de pajas de trigo Ligún de Cutemu, lideradas por Yrma Poblete; Pedro Tobar, talabartero de Marchigüe; Aladino Larenas, autoproclamado el Rey de la ojota en el pueblo de Zúñiga; Leopoldo Carreño, José Césped, José Medina y Héctor Montero, representando a los chacoliceros de Doñihue; Miriam Muñoz, productora de la afamada quinoa de Paredones; Sonia Díaz, encarnando la ovinocultura de Pumanque; y Luis Alarcón, cargando la responsabilidad del mimbre de Chimbarongo. Luego de esta majestuosa obertura, Cecilia Jara interpretó su canción “Mi amante vino” y, finalmente, el Museo Ruka Mani, de Santa Cruz, realizó una ceremonia mapuche de armonización, donde se rindió tributo a la Madre Tierra, tocando el kultrún y danzando alrededor del canelo, conectando los tres mundos del Wallmapu.

RENGO / 2 y 3 de febrero de 2019

Plaza de Armas


Sabores patrimoniales del verano de O’Higgins


Grata sorpresa para los visitantes fue encontrarse con sabores y aromas de infancia. El melón de tajada de Guacarhue, Quinta de Tilcoco, fue un gran protagonista ocupando un espacio protagónico en plena Plaza de los Héroes de Rengo.

Museo Vivo, aromas de infancia

Fue una jornada mágica, cargada de aromas y sabores, perfumada con las delicias del campo chileno y los frutos de la estación. Las notas aromáticas esparcidas por el aire se apreciaban desde lejos, de las más puras mieles de abejas provenientes de flores de quillay y de tebo; del dulce, sabroso y jugoso tomate de Rengo; del tostado exquisito del maní de Corcolén; del singular perfume de la melona de Guacarhue y los melones de Quinta de Tilcoco; y de las hierbas medicinales cosechadas por yerbateros en San Vicente de Tagua Tagua. Todo endulzado con la rica miel de palma, las mermeladas caseras y las empanadas de pera.

Las cocinerías humearon y rebosaron en anticuchos, en comida mapuche, en cocina chilena de autor, en empanadas de pino, en chanchos a la espada y asados a la piedra. No faltó el charquicán de Chacayes ni el cordero del Secano, todo acompañado con pebre, pan amasado y tortillas de rescoldo. El menú fue bien patriótico, como un Banquete de la Patria Nueva, y se coronó con los cremosos helados naturales de sabores típicos de Chile.

SAN FRANCISCO DE MOSTAZAL / 16 al 22 de septiembre de 2019

Sun Monticello


Invitado de honor: El patrimonio cultural de O'Higgins


Museo Vivo fue invitado a intervenir los espacios centrales del casino. Sorpresa para todos los paseantes fue cuando apareció don Rigoberto, curador de semillas de Peumo quien con su gracia y picardía campesina hizo recordar aromas de la huerta patrimonial.

Museo Vivo, el campo chileno

En el óvalo central de Sun Monticello, alrededor del Gran Arena, en el marco de la Semana de la Chilenidad y en medio de una entretenida agenda festiva organizada por la Secretaría Regional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de la Región de O'Higgins, junto al complejo de casino más grande de Chile, que contó con música, bailes, chinchineros, juegos típicos, un concurso de cuecas a cargo de Patricio Meza, integrante del conjunto Los Huasos Corraleros, y la celebración de los 50 años de vida de Los Grillitos de Graneros, además de varios espectáculos nocturnos masivos; en ese glamuroso escenario, se abrió paso la Expo-Feria Patrimonial Museo Vivo, exhibiendo con orgullo la riqueza cultural de la región, donde los productos típicos brillaron como nunca para las más de 70.000 personas que llegaron hasta las inmediaciones del casino. Se trató de una intervención única, atrevida, que se tomó un espacio nunca antes utilizado para fines culturales y patrimoniales; que la prensa nacional comparó con la afamada serie de Netflix, La Casa de Papel.

En este sentido, Museo Vivo en Sun Monticello fue un golpe dado al corazón de la gran industria. Esta vez, las máscaras de Dalí de los integrantes de La Casa de Papel fueron reemplazadas por chupallas de paja de trigo ligún, sombrero típico del huaso chileno, elemento identitario regional, objeto simbólico distintivo del campo chileno. El evento marcó un hito trascendental. Allí donde habitualmente reinan las marcas comerciales de empresas multinacionales se instaló el patrimonio cultural, elaborado por artesanos y campesinos de distintas localidades de la región, quienes dieron a conocer sus obras de creación, como verdaderos guardianes del Patrimonio Cultural, héroes cívicos, forjadores de identidad y configuradores de paisajes y tradiciones. Ellos asumieron también el rol de embajadores culturales, representando a todos los cultores que hay detrás de cada actividad. Así se proyectó el valor simbólico de los productos típicos, como la cerámica y los bordados de Lihueimo, los cuchillos de fierro forjado, la artesanía con cachos vacunos, los almácigos y semillas tradicionales y las azudas de Larmahue.