En mi viña la gente puede vivir una experiencia mágica. Al ingresar se van abriendo las puertas que muestran las imágenes que se impregnan en las retinas; aromas y sensaciones que se graban en lo más íntimo del visitante. En este paisaje el tiempo no ha pasado, el aroma a jazmín del pasillo; leñosos troncos de parras, con sus hojas verdes, gordos racimos de uvas; las gallinas; luces y sombras que nos regalan la esencia del campo chileno.
Al interior de mi casa esquina, luego de conversar un rato conmigo mientras sostengo a mi gato en brazos y después de caminar por el pasillo hacia el fondo del sitio, se encontrarán con la bodega. En ella están intactas las huellas del tiempo y la sabiduría, reflejadas en las pipas antiguas, las barricas y los chuicos donde se almacena el chacolí. En el patio interior verán una antigua tinaja de greda, donde elaboro el vinagre natural, otro producto local.
Para elaborar chacolí primero se cortan los racimos de uvas, se muelen y se dejan en contacto con el orujo tanto tiempo como sea necesario, dependiendo del tipo de chacolí que se quiera obtener; nunca es menos de 5 días. Un chacolí fuerte, seco, robusto, se reposa 15 días. Una vez pasado el tiempo se saca el mosto y se guarda en toneles y chuicos. El orujo lo dejo para hacer aguardiente y este se transforma en abono para la viña.
Una vez que está el chacolí en los chuicos, hay que desborrarlo, es decir, trasvasijar de chuico en chuico. Después, al final, cuando está listo, se embotella y queda listo para la venta. El proceso del vinagre es diferente. Para ello hay que dejar el chacolí al sol, luego de un tiempo se va formando una capa que se llama madre. Tengo madres de 15 años, a las que vierto chacolí y lo van transformando en un vinagre natural, lleno de probióticos.
En mi viña la gente puede vivir una experiencia mágica. Al ingresar se van abriendo las puertas que muestran las imágenes que se impregnan en las retinas; aromas y sensaciones que se graban en lo más íntimo del visitante. En este paisaje el tiempo no ha pasado, el aroma a jazmín del pasillo; leñosos troncos de parras, con sus hojas verdes, gordos racimos de uvas; las gallinas; luces y sombras que nos regalan la esencia del campo chileno.
Al interior de mi casa esquina, luego de conversar un rato conmigo mientras sostengo a mi gato en brazos y después de caminar por el pasillo hacia el fondo del sitio, se encontrarán con la bodega. En ella están intactas las huellas del tiempo y la sabiduría, reflejadas en las pipas antiguas, las barricas y los chuicos donde se almacena el chacolí. En el patio interior verán una antigua tinaja de greda, donde elaboro el vinagre natural, otro producto local.
Para elaborar chacolí primero se cortan los racimos de uvas, se muelen y se dejan en contacto con el orujo tanto tiempo como sea necesario, dependiendo del tipo de chacolí que se quiera obtener; nunca es menos de 5 días. Un chacolí fuerte, seco, robusto, se reposa 15 días. Una vez pasado el tiempo se saca el mosto y se guarda en toneles y chuicos. El orujo lo dejo para hacer aguardiente y este se transforma en abono para la viña.
Una vez que está el chacolí en los chuicos, hay que desborrarlo, es decir, trasvasijar de chuico en chuico. Después, al final, cuando está listo, se embotella y queda listo para la venta. El proceso del vinagre es diferente. Para ello hay que dejar el chacolí al sol, luego de un tiempo se va formando una capa que se llama madre. Tengo madres de 15 años, a las que vierto chacolí y lo van transformando en un vinagre natural, lleno de probióticos.
En mi viña la gente puede vivir una experiencia mágica. Al ingresar se van abriendo las puertas que muestran las imágenes que se impregnan en las retinas; aromas y sensaciones que se graban en lo más íntimo del visitante. En este paisaje el tiempo no ha pasado, el aroma a jazmín del pasillo; leñosos troncos de parras, con sus hojas verdes, gordos racimos de uvas; las gallinas; luces y sombras que nos regalan la esencia del campo chileno.
Al interior de mi casa esquina, luego de conversar un rato conmigo mientras sostengo a mi gato en brazos y después de caminar por el pasillo hacia el fondo del sitio, se encontrarán con la bodega. En ella están intactas las huellas del tiempo y la sabiduría, reflejadas en las pipas antiguas, las barricas y los chuicos donde se almacena el chacolí. En el patio interior verán una antigua tinaja de greda, donde elaboro el vinagre natural, otro producto local.
Para elaborar chacolí primero se cortan los racimos de uvas, se muelen y se dejan en contacto con el orujo tanto tiempo como sea necesario, dependiendo del tipo de chacolí que se quiera obtener; nunca es menos de 5 días. Un chacolí fuerte, seco, robusto, se reposa 15 días. Una vez pasado el tiempo se saca el mosto y se guarda en toneles y chuicos. El orujo lo dejo para hacer aguardiente y este se transforma en abono para la viña.
Una vez que está el chacolí en los chuicos, hay que desborrarlo, es decir, trasvasijar de chuico en chuico. Después, al final, cuando está listo, se embotella y queda listo para la venta. El proceso del vinagre es diferente. Para ello hay que dejar el chacolí al sol, luego de un tiempo se va formando una capa que se llama madre. Tengo madres de 15 años, a las que vierto chacolí y lo van transformando en un vinagre natural, lleno de probióticos.