Le compro la curahuilla a un amigo. Para hacer una escoba primero saco la semilla de la planta y escojo una rama. La azufro en un recipiente para darle color, para mejorar su presentación. Se toma la rama principal y se coloca el canutillo, que le dará el cuerpo a la escoba. Luego va el palo de roble nativo, que traigo de Victoria y Curacautín, seguido por el alambre y la hebra, con la que tapo la escoba y el canutillo. Esto es el vestido de la escoba…
Luego se le pone otro alambre y se saca de la máquina. De ahí pasa al costurero, todavía utilizo el de mi padre. Se empieza a coser, con siete costuras, para que quede bien firme. Le pongo los colores de mi taller, rojo y azul. Hay que tapar todo el canutillo con la costura, dado que la presentación hace la diferencia. Por lo general trabajo solo, pero cuando aumentan los pedidos consigo un ayudante.
Antes, con mi padre, arrendábamos un campo. Allí la tierra se araba con caballo, se pasaba la rastra. Después había que escoger las semillas. Para eso se utilizaba un tambor grande, con 100 litros de agua, donde se vertían las semillas. Las buena se iban al fondo, mientras las malas flotaban. Entonces plantábamos las semillas y las dejábamos crecer. Realizábamos ciertas labores de campo para cuidar la planta. Cuando alcanzaba 30 cm más o menos se abonaba con urea. A los tres meses, la curahuilla estaba lista para ser cosechada.
La planta es una cola de zorro, que se mueve con el viento. Se cosecha con la echona, con la endientada. Se corta por andanadas, es decir, de a tres hileras, y después se hace la descanutada. Con las ramas de la mano se hacen unos montoncitos, llamados corderitos. Se pone un cordero para la derecha y otro para la izquierda, para que quede uniforme. Luego se amarran ambos corderitos con alambre de fardo y se llevan a la bodega, para empezar a darle forma a la famosa escoba de curahuilla.
Le compro la curahuilla a un amigo. Para hacer una escoba primero saco la semilla de la planta y escojo una rama. La azufro en un recipiente para darle color, para mejorar su presentación. Se toma la rama principal y se coloca el canutillo, que le dará el cuerpo a la escoba. Luego va el palo de roble nativo, que traigo de Victoria y Curacautín, seguido por el alambre y la hebra, con la que tapo la escoba y el canutillo. Esto es el vestido de la escoba…
Luego se le pone otro alambre y se saca de la máquina. De ahí pasa al costurero, todavía utilizo el de mi padre. Se empieza a coser, con siete costuras, para que quede bien firme. Le pongo los colores de mi taller, rojo y azul. Hay que tapar todo el canutillo con la costura, dado que la presentación hace la diferencia. Por lo general trabajo solo, pero cuando aumentan los pedidos consigo un ayudante.
Antes, con mi padre, arrendábamos un campo. Allí la tierra se araba con caballo, se pasaba la rastra. Después había que escoger las semillas. Para eso se utilizaba un tambor grande, con 100 litros de agua, donde se vertían las semillas. Las buena se iban al fondo, mientras las malas flotaban. Entonces plantábamos las semillas y las dejábamos crecer. Realizábamos ciertas labores de campo para cuidar la planta. Cuando alcanzaba 30 cm más o menos se abonaba con urea. A los tres meses, la curahuilla estaba lista para ser cosechada.
La planta es una cola de zorro, que se mueve con el viento. Se cosecha con la echona, con la endientada. Se corta por andanadas, es decir, de a tres hileras, y después se hace la descanutada. Con las ramas de la mano se hacen unos montoncitos, llamados corderitos. Se pone un cordero para la derecha y otro para la izquierda, para que quede uniforme. Luego se amarran ambos corderitos con alambre de fardo y se llevan a la bodega, para empezar a darle forma a la famosa escoba de curahuilla.
Le compro la curahuilla a un amigo. Para hacer una escoba primero saco la semilla de la planta y escojo una rama. La azufro en un recipiente para darle color, para mejorar su presentación. Se toma la rama principal y se coloca el canutillo, que le dará el cuerpo a la escoba. Luego va el palo de roble nativo, que traigo de Victoria y Curacautín, seguido por el alambre y la hebra, con la que tapo la escoba y el canutillo. Esto es el vestido de la escoba…
Luego se le pone otro alambre y se saca de la máquina. De ahí pasa al costurero, todavía utilizo el de mi padre. Se empieza a coser, con siete costuras, para que quede bien firme. Le pongo los colores de mi taller, rojo y azul. Hay que tapar todo el canutillo con la costura, dado que la presentación hace la diferencia. Por lo general trabajo solo, pero cuando aumentan los pedidos consigo un ayudante.
Antes, con mi padre, arrendábamos un campo. Allí la tierra se araba con caballo, se pasaba la rastra. Después había que escoger las semillas. Para eso se utilizaba un tambor grande, con 100 litros de agua, donde se vertían las semillas. Las buena se iban al fondo, mientras las malas flotaban. Entonces plantábamos las semillas y las dejábamos crecer. Realizábamos ciertas labores de campo para cuidar la planta. Cuando alcanzaba 30 cm más o menos se abonaba con urea. A los tres meses, la curahuilla estaba lista para ser cosechada.
La planta es una cola de zorro, que se mueve con el viento. Se cosecha con la echona, con la endientada. Se corta por andanadas, es decir, de a tres hileras, y después se hace la descanutada. Con las ramas de la mano se hacen unos montoncitos, llamados corderitos. Se pone un cordero para la derecha y otro para la izquierda, para que quede uniforme. Luego se amarran ambos corderitos con alambre de fardo y se llevan a la bodega, para empezar a darle forma a la famosa escoba de curahuilla.