La paja que utilizo es la misma que ocupan todas las trenzadoras de la zona: la de trigo Ligún. Esa es la única que sirve, ya que tiene el tamaño adecuado para hacer una buena cuelcha. Es el verdadero trigo para trenzar. Este año casi ni cosechamos, debido a la falta de lluvias. La sequía nos ha afectado mucho, porque acá la gente planta su propio trigo. Espero que el próximo año sea mejor, no nos podemos quedar sin nuestra materia prima.
Primero se hace el barbecho, después hay que cruzar la tierra, ararla, rociarla y luego sembrarla. Se tiene que sembrar bien tupido, para que salga harta paja. Esto varía por la lluvia. Después el trigo crece y se cosecha, como en enero más o menos. El trigo se sega a mano, porque la máquina destruye la paja. Posteriormente se hacen las gavillas, eso se hace el día después de la cosecha, a eso de las cuatro de la mañana.
Las gavillas se encierran en la era y ahí uno saca lo que le sirva. Se juntan las espigas y se ponen al sol. A continuación, se refriegan en un harnero o sobre una teja, hasta descapullar la espiga, es decir, sacarle el capullo, para después seleccionarla y separarla por tamaño. Ahí llega el momento de blanquearlas, para que queden bonitas. Finalmente se mojan y se empiezan a trenzar. Es un trabajo largo, paso varias horas del día sentada frente al trenzador.
Hago carteras inventando cosas, me gusta aplicar el conocimiento que tengo en objetos que le gusten a la gente. Las hago de trenzas gruesas, regulares o finas, en bruto, sin blanquear, porque así gustan más, quedan más rústicas. Aunque algunas las tiño con diferentes pastos y también con hojas de cebolla, maqui y boldo. El diseño de las carteras es de mi creación, hago lo que se me viene a la mente.
La paja que utilizo es la misma que ocupan todas las trenzadoras de la zona: la de trigo Ligún. Esa es la única que sirve, ya que tiene el tamaño adecuado para hacer una buena cuelcha. Es el verdadero trigo para trenzar. Este año casi ni cosechamos, debido a la falta de lluvias. La sequía nos ha afectado mucho, porque acá la gente planta su propio trigo. Espero que el próximo año sea mejor, no nos podemos quedar sin nuestra materia prima.
Primero se hace el barbecho, después hay que cruzar la tierra, ararla, rociarla y luego sembrarla. Se tiene que sembrar bien tupido, para que salga harta paja. Esto varía por la lluvia. Después el trigo crece y se cosecha, como en enero más o menos. El trigo se sega a mano, porque la máquina destruye la paja. Posteriormente se hacen las gavillas, eso se hace el día después de la cosecha, a eso de las cuatro de la mañana.
Las gavillas se encierran en la era y ahí uno saca lo que le sirva. Se juntan las espigas y se ponen al sol. A continuación, se refriegan en un harnero o sobre una teja, hasta descapullar la espiga, es decir, sacarle el capullo, para después seleccionarla y separarla por tamaño. Ahí llega el momento de blanquearlas, para que queden bonitas. Finalmente se mojan y se empiezan a trenzar. Es un trabajo largo, paso varias horas del día sentada frente al trenzador.
Hago carteras inventando cosas, me gusta aplicar el conocimiento que tengo en objetos que le gusten a la gente. Las hago de trenzas gruesas, regulares o finas, en bruto, sin blanquear, porque así gustan más, quedan más rústicas. Aunque algunas las tiño con diferentes pastos y también con hojas de cebolla, maqui y boldo. El diseño de las carteras es de mi creación, hago lo que se me viene a la mente.
La paja que utilizo es la misma que ocupan todas las trenzadoras de la zona: la de trigo Ligún. Esa es la única que sirve, ya que tiene el tamaño adecuado para hacer una buena cuelcha. Es el verdadero trigo para trenzar. Este año casi ni cosechamos, debido a la falta de lluvias. La sequía nos ha afectado mucho, porque acá la gente planta su propio trigo. Espero que el próximo año sea mejor, no nos podemos quedar sin nuestra materia prima.
Primero se hace el barbecho, después hay que cruzar la tierra, ararla, rociarla y luego sembrarla. Se tiene que sembrar bien tupido, para que salga harta paja. Esto varía por la lluvia. Después el trigo crece y se cosecha, como en enero más o menos. El trigo se sega a mano, porque la máquina destruye la paja. Posteriormente se hacen las gavillas, eso se hace el día después de la cosecha, a eso de las cuatro de la mañana.
Las gavillas se encierran en la era y ahí uno saca lo que le sirva. Se juntan las espigas y se ponen al sol. A continuación, se refriegan en un harnero o sobre una teja, hasta descapullar la espiga, es decir, sacarle el capullo, para después seleccionarla y separarla por tamaño. Ahí llega el momento de blanquearlas, para que queden bonitas. Finalmente se mojan y se empiezan a trenzar. Es un trabajo largo, paso varias horas del día sentada frente al trenzador.
Hago carteras inventando cosas, me gusta aplicar el conocimiento que tengo en objetos que le gusten a la gente. Las hago de trenzas gruesas, regulares o finas, en bruto, sin blanquear, porque así gustan más, quedan más rústicas. Aunque algunas las tiño con diferentes pastos y también con hojas de cebolla, maqui y boldo. El diseño de las carteras es de mi creación, hago lo que se me viene a la mente.